Cuestionar la convención desde la provocación del lenguaje cinematográfico

Un acercamiento a «Foquito», de Julián Escandarini.
Por Nicolás Sandrini.

«Foquito» es un ensayo de prueba y error en las cosas que se suponen insignificantes en la vida cotidiana. En una primera lectura y en un sentido inverso, intentar suicidarse es acaso tan peligroso como cambiar una lamparita. Pero el concepto arroja más luz al asunto.

Expectativa y traición son pilares en un juego narrativo que convoca al espectador como testigo activo, asumiendo un lugar que lo incluye en el relato como un tercer personaje que observa la secuencia y anticipa el esperado desenlace.

De notable ambientación y puesta en escena, el dispositivo apela a la memoria cinéfila y revisita imágenes construidas y legitimadas con la verosimilitud de la gran pantalla, sobre el tratamiento audiovisual del acto suicida.

La mujer irrumpe desde el fuera de campo y augura otro final posible, pero la potencia cinematográfica hace valer su voluntad indeclinable y el individuo, que no tiene rostro ni arrastra historia, es víctima de la película. Mientras tanto nosotros espectadores, certificamos que el final sea tan fatal como se nos prometió al pagar nuestra entrada, entre gaseosas y pochoclos desde este lado de la cuarta pared.

«Foquito» aborda con luces y sombras, un llamado de atención a las convenciones del aparato cultural audiovisual que el discurso cinematográfico hegemónico instaló con mayor eficacia. El desafío señala un camino a la formación de nuevas audiencias que cuestionen aquello establecido, en virtud de trascender hacia la creación de un nuevo lenguaje de las imágenes.

Ganadora del Gran Premio de la 3ra edición.

Podés mandar tu película hasta el 23 de julio. No te quedes afuera.