Un acercamiento a «The Butcher», de Walter Ponte.
By Nicolás Sandrini.
“The Butcher” es un ejercicio de perfecta narrativa de planos, que lleva al espectador desde un plano detalle hasta un plano casi general donde el terror se apodera del pulso dramático. Una serie de fotogramas que desencadenan el horror, con sentido de anunciarlo y ocultarlo.
La construcción de una atmósfera terrorífica es resultado de una perfecta combinación de herramientas técnicas audiovisuales que ponderan el decorado, el vestuario y los objetos, los cuales asumen un enfático protagonismo e insinúan o más bien refieren a una colección de convenciones aprovechadas de forma inteligente.
En el primer cuadro ya se nos anticipa el tono de la película y encuadre seguido se nos confirma el género; el rol del asesino y consecutivamente la aparición de una víctima completan la puesta en escena, que entre objetos filosos y cadenas amenazan con brindarnos un desenlace gore. Los personajes no tienen rostro, porque la identidad se limita a la identificación de cada quien en la trama, el rol asignado y destino marcado.
El espectáculo macabro queda en promesa, o más precisamente se perpetúa, lo cual lo consagra tan efectivo como perturbador. La irrupción de salida a créditos niega lo gráfico, lo violento y visceral, que sin embargo llega en la proyección ilusoria con el grito de auxilio desgarrador que perdura eficazmente en la mente del espectador, haciendo eco más allá de los 7 segundos.
Ganadora del Premio a Mejor Arte de la 3ra edición.
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